“Lo más bello del mundo es contemplar las rosas durante el día y mirar con detalle el cielo estrellado por las noches. Comer serenamente y con buen apetito y reposar en un lecho fresco con la mente ágil y el cuerpo vigoroso; conversar quedamente con la amada o animadamente con los amigos reunidos en torno a la buena bebida y a la alegría sincera, aunque algunos puritanos protesten. Leer bellos libros ilustrados y salpicados de inteligencia y de certera sabiduría; oír historias interesantes y refinadas que dejen el alma en vilo y luego la rescaten de sus sombras. Cabalgar en solitario en las mañanas bajo el cielo despejado sin otro fin que sentir el viento. También es hermoso contemplar en la distancia a los hombres y mujeres que trabajan en los campos o cuidan los rebaños en paz y armonía; pasear lentamente por los palacios disfrutando de las maravillas de artesonados y perfumes y ver florecer a las doncellas entre sus tímidos velos y sus afeites ingenuos. Gozar de ellas con buen talante y dulzura. Respirar sus olores y cortar su aliento en los arrebatos del éxtasis. Es bello vengarse cumplidamente de los enemigos y perdonarlos con admiración cuando lo merezcan; hacer la guerra con audacia y sin odio. Es muy hermoso darse cuenta del paso de los años con el semblante tranquilo y la mirada apacible. Parece que lo más bello, a mi entender, es lo simple si el alma está sana y bien dispuesta, y lo más refinado cuando el espíritu navega a oscuras por un océano de amargura. Pero por sobre todo, lo más bello es despertar en paz y con renovadas ganas de vivir”.
[Exordio sobre lo más bello del mundo].
Tamerlán, Enrique Serrano
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Carol Contreras-Suárez
Promotora de Lectura - Franja Jóvenes y Adultos
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