diciembre 31, 2010

Belano sin Bolaño




Belano sin Bolaño
Por Diego Ortiz

Es bastante lo que de Roberto Bolaño se ha comentado en el ámbito literario en los últimos años, además de las sendas publicaciones de los póstumos El secreto del mal y  La universidad desconocida, demostrando así su prolijidad en el quehacer de las letras; son varios los lamentos de escritores latinoamericanos que han quedado sin su tótem, como bien se expresaría Rodrigo Fresán de Bolaño, con motivo del Encuentro de Escritores Latinoamericanos, convocado por la editorial Seix Barral en Sevilla, a finales del mes de junio de 2003.

ANTES

Y en este evento Roberto Bolaño hace hincapié una vez más en el estado de las cosas en materia de literatura, preocupación constante durante su vida.  Para el chileno, muchos de los autores de la contemporaneidad entran al mundo del mercado editorial porque son fáciles de entender, en su contenido, y esto radica en lo que él ha llamado pensamiento débil.  “Hitler, por ejemplo, es un ensayista o filósofo, como queráis llamarle, de pensamiento débil.  ¡Se le entiende todo! Los libros de autoayuda son en realidad libros de filosofía práctica, de filosofía amena, en la calle, filosofía inteligible para la mujer y para el hombre” [1].  Desde su formación como poeta, como prefería referirse a sí mismo, sentía que las letras en general, y la literatura en particular, estaban tomando un camino sencillo, el de las ideas claras y carentes de contenido.  Y esto se da, según Bolaño, por el origen mismo de los escritores en la actualidad.  “Venimos de la clase media o de un proletariado más o menos asentado o de familias de narcotraficantes de segunda línea que ya no desean más balazos sino respetabilidad”[2].  Es una denuncia más que justa, pues la literatura latinoamericana dejó de ser motora de reflexión y contracultura para ser un sillón mullido desde donde apreciar el espectáculo mediático de la vida.  Bolaño hace referencia a los actuales escritores como “señoritos [no] dispuestos a fulminar la respetabilidad social ni mucho menos un hatajo de inadaptados sino gente salida de la clase media y del proletariado dispuesta a escalar el Everest de la respetabilidad, deseosa de respetabilidad.  […] No rechazan la respetabilidad, la buscan desesperadamente”[3]. 

En la última entrevista concedida a la periodista Mónica Maristain, publicada en la edición mexicana de la revista Playboy y de circulación libre en Internet, Bolaño, para lo que nos interesa, se burla socarronamente de las esferas del poder en su relación con la literatura, afirmando que “los que tienen el poder (aunque sea por poco tiempo) no saben nada de literatura, sólo les interesa el poder. Y yo puedo ser el payaso de mis lectores, si me da la real gana, pero nunca de los poderosos. Suena un poco melodramático. Suena a declaración de puta honrada. Pero, en fin, así es”[4].  En otra referencia similar habla de su visión de la Real Academia, siempre con el sarcasmo de su personalidad.  “La Real Academia es una cueva de cráneos privilegiados. No está Juan Marsé, no está Juan Goytisolo, no está Eduardo Mendoza ni Javier Marías, no está Olvido García Valdez, no recuerdo si está Alvaro Pombo (probablemente si está se deba a una equivocación), pero está Pérez Reverte. Bueno, (Paulo) Coelho también está en la Academia brasileña”.[5]

Es una actitud que hace falta dentro de las letras latinoamericanas.  Es el vacío que quedó con la muerte de Roberto Bolaño a sus 50 años. 

DESPUÉS

En 2005, Villegas Editores publica un pequeño libro dedicado a la memoria de Roberto Bolaño, elaborado por su mano derecha y uno de sus grandes amigos, el editor Jorge Herralde.  En él se encuentran reunidos textos tales como el leído el día de su entierro, un par de semblanzas, una revisión de su obra literaria, sus periplos con las editoriales y los editores, y un par de entrevistas realizadas a Herralde tiempo después de la muerte de Bolaño, en el que se espera encontrar respuestas a los enigmas de un extraordinario escritor fallecido en un punto alto de su creación. 

Es de resaltar, dentro del libro, un intento de “Diccionario de Bolaño”, en el que se reúnen, de diversas fuentes, la definición de algunos conceptos que para Bolaño fueron importantes a la hora de hablar de sí mismo y del mundo literario que lo rodeaba.  Dos de ellas quiero citar textualmente, a modo de pequeña muestra, y  como ejemplo de la mordacidad que siempre caracterizó a este maestro de las letras.

“POLÍTICA: Siempre quise ser un escritor político, de izquierdas, claro está, pero los escritores políticos de izquierdas me parecían infames”[6]

“GARCÍA MÁRQUEZ: Un hombre encantado de haber conocido a tantos presidentes y arzobispos”[7]

Con este corto texto lo que pretendo es motivar a un acercamiento concienzudo a la obra de Roberto Bolaño, un escritor que todavía es poco reconocido en nuestro país y sobre todo en el entorno académico.  Seguimos manejando como referencia el boom latinoamericano, y no nos hemos dado cuenta que de ese fenómeno hasta el día de hoy han pasado más de 40 años, tiempo en el que han surgido nuevos escritores de gran talla, y cuyo máximo representante de esa nueva generación es este chileno, que escribió la mejor novela mexicana de los últimos 20 años: Los detectives salvajes.


[1] Roberto Bolaño y otros.Palabra de América.  Editorial Seix Barral.  Barcelona, 2004, p. 27
[2] Ibid., p. 17
[3] Ibid., p. 33
[4] La última entrevista de Roberto Bolaño.  Estrella distante.  Mónica Maristain. Julio 23 de 2003. En http://sololiteratura.com/bol/bolanolaultima.htm
[5] Ibid.
[6] Jorge Herralde.  Para Roberto Bolaño.  Villegas editores.  Bogotá, 2005, p. 98
[7] Ibid, p. 97